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Recientemente hemos conocido una pieza de correspondencia en la Asamblea Legislativa, en la que se solicita la desaparición de la Unidad de Apoyo Institucional denominada “Brigada Especial de Seguridad Militar”, compuesta por el Batallón de Protección de Fronteras y el Batallón de Policía Militar, con sede en el antiguo cuartel de la Benemérita Guardia Nacional.
La eliminación del Ejército Nacional es un objetivo no alcanzado por los terroristas del FMLN, de hecho, una de las condiciones que impusieron al gobierno de Cristiani fue la desaparición de los Batallones de Infantería de Reacción Inmediata encabezados por el Batallón Atlacatl, así como los Cuerpos de Seguridad.
El resultado ha sido el desbordamiento de la delincuencia común y organizada y la creación de una policía incapaz de contener la ola delincuencial, y ahora nos enfrentamos a dos maras delincuenciales que manejan al gobierno de turno y le imponen sus condiciones al punto que le han obligado a despejarles zonas de influencia para que puedan seguir extorsionando a sus anchas en la connivencia de un gobierno de incapaces y cobardes.
A toda esa desgracia se une la sorpresa que los antiguos terroristas pretenden iniciar un paulatino proceso de eliminación, por decreto legislativo, de las distintas unidades militares, hasta dejar a la Fuerza Armada a su mínima expresión a fin de hacerla desaparecer con una reforma constitucional.
La Fuerza Armada es la única institución gubernamental que todavía mantiene la credibilidad entre los distintos sectores de nuestro pueblo. La gente sigue confiando en nuestra Fuerza Armada como lo hizo durante la guerra, y lo que en el fondo se pretende es que se quiere eliminar el brazo armado del pueblo que es el único que puede vigilar las condiciones mínimas de subsistencia de la República.
Por eso se pretende manipular su historia y eliminar a sus héroes, por esos se vive vilipendiando a sus principales comandantes para justificar sus rastreras intenciones.
Cuando Arce pronunció su famosa frase “El Ejército vivirá mientras viva la República”, no fue una simple frase retórica, fue un mandato al naciente ejército nacional, un mandato de preservar la esencia de la vida republicana, la democracia, la libertad y el estado de derecho.
A nadie le ha costado la República como al Ejército, nadie ha puesto una cuota tan grande en vidas humanas como la Fuerza Armada, nadie ha amado tanto a la Nación como los elementos que han ofrendado su vida en el cumplimiento de su juramento a la Bandera Nacional.
Por ello los enemigos de la República, que ahora pretenden reformar las normas pétreas de la Constitución, quieren eliminar al Ejército, porque en Él encuentran el único escollo para alcanzar sus más indignos intereses.
Desgraciadamente, muchos políticos se prestan a ese juego demoníaco sin darse cuenta del daño que le pueden provocar al País.
Esto nos obliga, a los que una vez portamos con orgullo el uniforme del soldado salvadoreño, a levantar nuestra voz con toda la fuerza de nuestra alma, para impedir estos actos de alta traición a la Patria y respaldar a los actuales miembros de la Fuerza Armada para que defiendan con valentía e hidalguía el mandato que recibieron del primer comandante del Ejército y sobre todo, el mandato emanado de la Constitución de la República.
Por eso los enemigos de la Patria buscaron siempre eliminar a Domingo Monterrosa, porque hombres de su talante nunca hubieran permitido que se salieran con la suya, antes bien, hubieran sido destruidos y eliminados de la faz de la Nación.
Por la Patria y con Dios
Sgto. Guido Miguel Castro